miércoles, 26 de mayo de 2010

Adelanto tinta 34



(aviso de el diario chubut)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Viernes: Tinta 32!




Publicidad para el diario "El Chubut"

jueves, 6 de mayo de 2010

TAPA DEL NUMERO 31

SE LEVANTA LA CHUZA


“Danzando en el viento”, músicos de lujo, poesía y ritmos populares. El dúo compuesto por Horacio y Pepe Contreras demuestra que hace tiempo juega en mayores.



Pepe y Horacio Contreras, son una conjunción de historias de la meseta de Somuncurá, la fiebre fabril de Trelew y su decaída y caída y las crisis. De esos hombres que, como buenos poetas, ven eso que está ahí y es fortalecido por el poder de la palabra y se pone en movimiento por la magia de la música. Entonces los seres tan cercanos, las viejas vecinas del barrio, el albañil planeando en los andamios, la abuela pintando el paisaje con su mirada, la maestra y el carpintero, los músicos, todos pasan a ser parte de un universo que brilla por su sencillez y su autenticidad, palabra difícil por estos tiempos. La sinceridad hace que los trabajos de este dúo entren en su casa y se queden a vivir y a hacer vivir de una manera diferente.
Pepe Contreras comenzó su carrera hace más de veinticinco años. Durante buena parte de ella fue el guitarrista del conocido Rubén Patagonia, hacia fines de los noventa recorrió buena parte de los escenarios tangueros de Buenos Aires.
Horacio, su hermano, profesor de historia y responsable de la lírica del dúo, recorrió buena parte de Patagonia y compartió escenarios con varios de los poetas más importantes de la región (él siempre como compositor de canciones), hasta que, un poco el cansancio de Pepe, un poco la crisis y un poco el azar, hicieron que los hermanos se juntaran y apostasen, en 1999, por el proyecto: La Chuza, esa lanza que los hermanos levantan y que “no hiere jamás a quien no debe, porque es de verbo y sabe bien quién es el chancho”.

“Barrios Bajos”, primer registro de La Chuza, significó uno de los discos que marcó la década. Vio la luz en 2001- 2002. Así, en plena crisis, el dúo trelewense dio a conocer un trabajo cargado de experiencias, nostalgias de la meseta y de sus habitantes y vivencias barriales. La diferencia con la mayoría de lo que muchos conocen y reconocen como “música regional” estaba bien marcada: los hombres y las mujeres eran el centro de atención en las composiciones, mientras el paisaje, si aparecía, era un trasfondo que servía sólo para reconocer alguna geografía inevitable.
“Danzando en el viento”, disco que se presentó el 10 de abril en el Teatro Español, tiene todo eso y un poco más, o bastante más. Se trata de canciones que han crecido y recorrido prácticamente toda la Patagonia en estos últimos años. En ellas se mantiene la idea del hombre y la mujer como centro de las historias que el viento, ese gran señor que suele filtrarse “como la tierra en las rendijas de las ventanas”, nos trae y para hacer canciones. “Milonga del viento y vos” comienza la producción donde no falta el cantar a los oficios terrestres donde canciones- poemas homenajean a carpinteros, purruferos y creadores de la región, sin perder actualidad y universalidad. Y como nadie puede evitarlo, el dúo se pregunta ¿Quién puede burlar al amor?, podemos escuchar “Mancha y tiza”, guajira con fuerza de viento de esos que mas que llevarse trae recuerdos como venganzas de los niños. Y es que, como dice Pepe Contreras, responsable en gran parte de la cuestión musical del dúo, “este es un disco abierto en todo sentido, la música no busca límites sino fronteras y nuevos horizontes”. El dúo marca así una clara visión de lo que es la identidad regional: una mezcla de danzas y ausencias, sumados al trabajo constante y la construcción de canchas donde juegan los proyectos entre las “Líneas de cal” que se marcan para el juego permanente de las madres, el Ché, los trovadores y el destino de siempre pensarnos.

CUANDO SOPLA LA MÚSICA

“En la autenticidad nace ese mensaje familiar, cada uno tiene una mirada, nosotros decimos que esa autenticidad es el leño que cada creador arrima a esta gran fogata que se está gestando desde hace tiempo”, comenta Pepe Contreras, y en esa línea se suman ritmos como la polka, aires de loncomeo, milongas y canciones que reflejan lo que el habitante del campo y el de la ciudad crean, escuchan y recrean.
Si existe un cambio notorio en cuanto a los arreglos musicales que tiene este disco, gran parte se debe a los trabajos de Ariel Mac Donald, en piano eléctrico, samplers y midis, y de Jorge Ciar, Risas, en baterías. La base se mantiene con Víctor Sartorelli en bajo, Horacio Contreras en voz y guitarra rítmica y Pepe Contreras en primera guitarra y segunda voz. No tenemos que olvidarnos del infaltable César Carrasco en el violín de “Mancha y tiza”.
“El sonido que tiene este disco ha sido, en gran parte, gracias al aporte de Mac (Donald), coincidimos en montón de cuestiones sentimentales e ideológicas, así que se diría que el ofició como una especie de productor musical, su trabajo es invalorable, tradujo lo que nosotros sentíamos en el disco.”, dice Pepe. El trabajo de Héctor Mac Donald brilla en “Regreso”, un loncomeo donde participa la respetada Manuela Tomas con sus palabras en mapuzundung, lengua del pueblo nación- mapuche.
Pero todos los músicos que participan tienen su cuota de protagonismo y responsabilidad sobre el producto final, como dice Pepe: “no se trató de adoctrinamiento o partituras, sino que cada músico, cada uno de ellos con mucha trayectoria, puso lo suyo con plena libertad. El disco está bien lejos de tratarse de solistas tocando juntos.”

Mauricio Robles



Línea de cal

Ya el sol parte el día por la mitad
secando al rozar, líneas de cal.
Mientras la ciudad se tiende a descansar,
ponen la red
Van a jugar.

Mástiles del hambre y hormigón
saben verse más solos que un chaparrón.
Pero las cuentas por ajustar con la vida
se van cuando ella
se echa a rodar.

Hay que verlos jugar
para poder hablar después de “cracks”
¡Qué jugadores sin pelota!
Pican y van. Pican y van y van.

Ritos de tinta jugarán también
bajo el sol que les quedó en la piel
La madre, el Ché, nombres, corazones,
“quereme vos,
te amo yo.”

Quién sabe qué olvido rondarán
“Loqui”, “Mila”, el “Chueco” y los demás,
Y hasta esta canción trancando el tablón
sol hundiéndose
tras el galpón.


Los otros Músicos

Jorge “Risas” Ciar
El baterista más versátil de la provincia, y tal vez de la Patagonia toda, Organizador de encuentros de bateristas de nivel internacional. Entre las bandas en que participó, podemos nombrar a Jam Sessión y Bonus Track.

Héctor Ariel McDonald

Su trayectoria es reconocida internacionalmente. Trabajó junto Peter Gabriel y, en otro momento, junto a Sting. Es de Gaiman, sí, sí, de acá nomás. A sus estudios, concurren de los más selectos del mundo.

Víctor Sartorelli
Parte fundamental del grupo trelewense “Croma” y el recordado “Garay Fusión”.
Podríamos decir que es el tercero de los Chuza. Los acompaña prácticamente desde sus inicios como dúo. Su precisión y profesionalidad dan al grupo pasos seguros y prolijidad reluciente.

En escena

A los músicos que participaron en el disco, debemos sumara a Juan Barrena en guitarra y a Rubén Montero en Percusiones; su participación en el recital que ofrecieron en el Español y, seguramente, en los por venir, le dan la pulidita final al equipo. Lujitos que se dan por estos días.

EL MUNDO POETICO DE LILIANA CAMPAZZO


“La escritura debe estar
pegada a lo cotidiano”




Su pasión por la escritura comenzó allá en la lejana infancia, cuando escribía discursos para los actos escolares, y desde entonces la acompaña donde quiera que vaya. Hoy, con tres libros a cuestas, su voz resuena nítida en el universo de la poesía patagónica.


Los otoños en El Cóndor, el balneario ubicado a sólo 30 kilómetros de la capital rionegrina (Unos treinta kilómetros/ fueron la distancia/ que puse para ser otra, dirá la poeta), son tranquilos, apacibles y allí, entre el sonido de los loros y el arrullo del mar, vive Liliana Campazzo, o simplemente Lily para quienes la conocen; una bonaerense de nacimiento, pero que desde hace mucho reside en la Patagonia.
Un territorio al que adoptó como propio y al que defiende apasionadamente en la charla. Por eso no duda en criticar la poesía porteña, a la que califica como “de una poética del vacio, del no decir nada y del escribir para que no lo entiendan, como diciendo mirá que buen poeta que soy, escribo difícil”, y dice que en cambio “la escritura debe estar pegado a lo cotidiano, a la cosa mínima y a la propia reflexión del acto de escribir”.

TRES LIBROS, TRES LENGUAJES
De la poesía intimista y casi de “una romántica del siglo XIX” (como la definiera Tulio Galantini) que muestra en “Quieta para la foto” (Simurg, 2003), a esa voz femenina que se relaciona con el mundo exterior desde los efímeros “Escritos en el vidrio” (Llanto de mudo, 2008), queda en el medio “Yuyo Seco” (Limón, 2005), donde el romanticismo deja paso a una voz mucho más comprometida en lo social.
Tres libros muy distintos, de los que Liliana (a diferencia de otros escritores) no reniega de ninguno: “Cada uno es un momento muy distinto de escritura…, cada uno de ellos me hizo pasar a una forma de sentir diferente. Los tres me hicieron pasar a un estadio diferente”, dice.
Del primero dirá que “es una reflexión profunda sobre el acto de escribir, el usar la mirada en torno a que se quiere decir y no tanto en el como se quiere decir”, en cambio los otros son para Lily “más impulsivos, más comprometidos con un mundo más exterior que la reflexión sobre la escritura”.

POETAS, Y ENCIMA MUJERES
Los poetas son quienes “no aceptan un mundo heredado y, peor aún, pretenden crear otro con la palabra”, decía –irrefutable- la neuquina Irma Cuña, primera patagónica en entrar en la Academia Argentina de Letras. Y aunque Lily Campazzo sostenga irónicamente en el epígrafe de apertura de su primer libro “Entiéndase bien /ninguna mujer /puede ser dueña de ningún mundo /ni siquiera del suyo”, no duda en sostener que hoy el universo poético femenino “viene con una fuerza terrible, con un discurso muy interesante de ruptura, vocabulario nuevo, con una idea nueva. Cómo cuando leemos a Yenny (Paredes) y nos damos cuenta que hay otra cosa que se está buscando, como Graciela Cros, o Marcela Saracho, o Ludmila Lamanna”.
Y agrega que “Quien abrió la puerta a esta doble voz de escritura y femineidad fue Liliana Ancalao”, en referencia a la comoderense que fue la primera del país en editar un libro en castellano y mapuche. “Ella reivindica su condición mapuche, su cosmovisión, a través de que se encuentra a sí misma en la palabra, de que se para firme en la escritura”.
Lily habla de mujeres y surge –inevitable- la cuestión de género, algo de lo que reniega “como herramienta declaratoria o posición ideológica”, pero sostiene que “hay una manera de contar que es absolutamente femenino” y bromea que -por su condición de tales- los hombres “se pierden muchas cosas”. Como contrapartida, uno también podría decir que ellas se pierden mucho por no ser hombres, pero eso sería entrar en una discusión de ribetes cómicos y por sobre todo estéril.
Ya es casi la medianoche; en El Cóndor ahora sólo se escucha el rumor lejano del mar. Liliana prende su último parisien y se dispone a acostarse, esperando que al otro día, cualquier cosa -por chiquita que sea- le depare un nuevo hecho poético.

Alfredo Giménez

PIROZZI, EL MAESTRO OLVIDADO


Pese a su trayectoria, el multifacético Jorge Pirozzi es prácticamente desconocido para las jóvenes generaciones, desde aquí unas líneas buscarán un poco de justicia.


Heredera de una vasta tradición, y a la vez dueña de un personalísimo estilo, la pintura de Jorge Pirozzi se presenta como una bofetada para los impávidos ojos del espectador. Desde aquellos cuadros cargados de materia hasta la luminosidad de sus obras posteriores, el andar pirozziano mantiene una pulsión sin precedentes.
El camino del artista puede pensarse como una desconstrucción sucesiva: la materia va desapareciendo para darle espacio a la línea volviendo, indefectiblemente, al dibujo.
Su recorrido hacia lo primitivo el pintor lo describe con sorna, alguna vez afirmó que tal vez el gorila fue un hombre que decidió no hablar.

EN EL CAMINO
Desde aquellas muestras durante los 70 en la galería Arte Múltiple, dirigida por Gabriel Levinas, con otros notables convidados como Noé, Pietra y Suarez, la proyección de Pirozzi se desdibuja.
Su ostracismo lo llevó a desperdigadas exposiciones en la década siguiente y a un total ausentismo en los nefastos 90.
Recién en 2009 una muestra monumental en Masotta Torres pudo demostrar el esplendor de su obra, sin embargo fue ignorada por los medios masivos de comunicación y por los abanderados del arte. Es comprensible, no hay modas ni motivos de comparación para Pirozzi.

EL VIDENTE
Músico, luthier, teórico lúcido su laboratorio de alquimia bien podría ubicarlo en ese cuadro mágico integrado por Xul, Macedonio, Ricardo Carreira, buscadores infinitos con poco espacio en los anales oficiales y molesto para muchos de sus contemporáneos.
Pirozzi es un obsesionado por lo permanente; lo permanente: lo que se sostiene por fricción y vibraciones propias y no lo eterno, lo que no se modifica.
Hönderlin escribió que eso (lo permanente) lo fundan los poetas, por esto y no por el mero ejercicio del verso pienso en la pulsión de Pirozzi como en la de un poeta sobre el que recae la sospecha de demencia. Un mundo engendrado en la liviandad rechaza al que se enceguece de mirar.

LA PERSONA
Miguel Briante escribió que el de Pirozzi es un escenario desaforado, donde se mueven dramas: el hombre, la figura del hombre –deformada, estirada en todas sus posibilidades plásticas, “abrumada” en el sentido literal de la palabra, porque parece salir de la bruma de las pesadillas- enfrenta símbolos, recuerdos, accidentes del alma.
Ese ambiente que se palpa en su obra parece no escindirse de su vida cotidiana. Es difícil ver a Pirozzi fuera de su Casa-taller. El artista prefiere el intimismo de su familia antes que las esferas artenosas, atestadas de snobs y carteles de neón.

EL PERSONAJE TIENE LA PALABRA
Así como en su pintura se entrelaza lo brutal y minucioso, su pensamiento se rige por una honestidad brutal, aquella antigua prédica de Montaigne.
Para mí el arte conceptual no es una obra, sino un deseo. Un deseo que no termina de concretarse. El arte conceptual es un hijo predilecto de la crítica. Decir arte conceptual es lo mismo que decir lluvia seca. Son opuestos, antónimos. Son dos términos que se están negando mutuamente. Lo que tiene de bueno el arte es que señala algo aparentemente estable, lo inestabiliza y lo muestra de diferentes formas. El concepto, en cambio, hace lo contrario.
El arte no es platónico es concreto. Cuando es platónico es crítica de arte, es un punto de apoyo en la conciencia del modelo. El crítico compara, no puede ver. Lo que hace es transformar el arte en algo que no tiene que ser. No hay nada fuera de lo comparable para el crítico, cuando está fuera de lo comparable no puede verlo. Escribió en un lúcido monólogo para El porteño.

La irascibilidad de sus ideas lo mantiene fuera del epifenómeno denominado mundillo cultural.
Contra ese enorme bostezo se opone, por mera presencia, un artista de la dimensión de Pirozzi.

Dante Sepúlveda

martes, 4 de mayo de 2010